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Por que las elecciones en Ecuador nos afectan a tod@s

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José Correa Leite

Las elecciones ecuatorianas han desvelado una fuerte disputa entre la izquierda latinoamericana. Se trata, como dicen Lowy y Bensaid, de una bifurcación en la Historia.

SÃO PAULO – Un artículo publicado en Brasil de Fato (periódico on line del Movimiento de los Sin Tierra), firmado “De la redacción”, está circulando en la militancia de izquierda brasileña: “El candidato ecosocialista de Ecuador: indígena y partidario de los golpes de Estado en América Latina”. Este artículo pretende demostrar que la candidatura de Yaku Pérez, del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik y apoyada por la Confederación de Pueblos Indígenas del Ecuador (Conaie), tendría un carácter derechista.

Para ello, el texto intenta construir argumentos de autoridad remitiéndose a otro artículo, este de Benjamin Norton, publicado en el sitio bilingüe The Gray Zone: “Respaldado por EEUU, el candidato ‘ecosocialista’ de Ecuador, Yaku Pérez, apoya golpes de estado y ayuda a la derecha”. El perfil del autor y la línea de artículos que escribe (y escribe mucho, siempre en una línea de campo, es decir, aquella en la que la disputa entre EEUU y otros países rivales, como Rusia, China, Siria, condiciona todo lo demás) se puede consultar aquí: https://muckrack.com/benjaminnorton.

Si vamos tras los enlaces a los artículos que cita Ben Norton, llegaremos a estos:

https://www.eluniverso.com/noticias/2021/01/14/nota/9528838/yaku-perez-no-es-descabellado-acuerdo-comercial-estados-unidos

http://ecuadorya.com/yaku-perez-los-pobres-se-gastan-la-plata-en-cerveza/

Propaganda negativa y calumnia

La conclusión a la que llegamos es que el conjunto constituye lo que llamamos fakenews o, para ser más precisos, en lenguaje publicitario, una pieza de una campaña de propaganda negativa. En un lenguaje algo más antiguo, una típica amalgama estalinista. Fíjense en los cortes del vídeo y en el uso de referencias de otros para decir lo que habría dicho Pérez.

Yaku Pérez, de la etnia quichua-kañari, histórico activista del movimiento indígena y ex gobernador de la provincia de Azuay, no es nada cuidadoso y claramente tiene problemas. Participó activamente en el levantamiento antineoliberal de 2019 contra Lenin Moreno. Pero todos los enlaces del artículo citado, reproducidos acríticamente y sin cuidado por Brasil de Fato, sacan una u otra frase del contexto, donde podrían tener sentido, u olvidan que Pérez pone las cosas en condicional (“algunos” trabajadores, “si se dan las condiciones”…). Los enlaces son, para la gente de fuera de Ecuador, pura desinformación. Por ejemplo, sobre el dólar y el acuerdo comercial con EE.UU., el dólar fue adoptado como moneda en Ecuador en 1999 y así se ha mantenido hasta hoy, como política de Rafael Correa. Un brasileño lo lee y se asusta, pero en el contexto ecuatoriano lo que dice Yaku es que mantendrá la política de Correa, continuada por Lenin Moreno.

Todo aquel que conoce el Ecuador ha visto cómo el movimiento indígena, sus dirigentes y sus expresiones electorales fueron capaces de luchar por sus derechos, pero con numerosos descalabros tácticos y con posiciones programáticas propias, distintas a las de la izquierda de origen europeo, en fin, con sus limitaciones programáticas. Pero estas limitaciones y errores no son gran cosa en comparación con lo que ya han presentado muchos candidatos a ejecutivos del PSOL, por ejemplo (por no hablar de los del PT). La coherencia programática que la actual dirección de la APIB ha sido capaz de imprimir a la lucha indígena en Brasil es, desde este punto de vista, un punto fuera de la curva.

La cuestión es que, a diferencia de Brasil, donde el movimiento indígena sufrió derrota tras derrota aislada en los gobiernos petistas por el proyecto desarrollista (y Dilma hizo cosas horribles allí, como Belo Monte o la ley antiterrorista, como siempre nos recuerda Eliane Brum), en Ecuador, el movimiento indígena sostuvo una confrontación de masas directa y justa contra el correctismo y el extractivismo durante todo este período. El resultado fue soldar una alianza, que considero progresista, con el ecologismo y el feminismo. Socialmente, esto se hizo evidente en el mapa de las elecciones (ver aquí: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/64/Votos_Presidente_por_Provincia_Ecuador_primera_vuelta_2021.svg/300px-Votos_Presidente_por_Provincia_Ecuador_primera_vuelta_2021.svg.png).

Arauz (el candidato de Rafael Correa) ganó en la costa, el neoliberal Lasso en Quito y Yaku Pérez en las regiones andina (menos Quito) y amazónica, en un clivaje étnico-social del país. Pero los indígenas tejieron las alianzas necesarias para sobrepasar sus fronteras históricas, yendo a por el 20%.

El pánico del llamado “progresismo”

Un desbordamiento de esta dimensión en un país andino repercute en todos los demás de la región y de América Latina en general. La crisis da espacio para el crecimiento o surgimiento de izquierdas mucho más críticas con el sistema que el “progresismo” desarrollista, depredatorio y conciliador de clases de Correa, Maduro, Lula y Kirshners, haciendo confluencia en esta dirección desde el ecologismo, el feminismo y el movimiento indígena. (En Brasil, también sería posible acoger en el mismo frente social también a los movimientos negro y LGBTQI).

Hay pánico en el llamado “progresismo” del continente y en el Podemos español (que, con sus pretensiones de “populismo de izquierdas”, venera a caudillos y candidatos caudillos en todo el continente). Recordemos que todas las expresiones del “progresismo”, pero en particular Maduro y Evo Morales, han estado durante décadas inextricablemente ligadas al Estado y al gobierno cubano, todavía muy marcado por la visión de un mundo dividido entre un “campo imperialista” y otro supuestamente “antiimperialista”, como serían la China y la Rusia capitalistas actuales (¡), en una nostalgia de una superpotencia que les de apoyo geopolítico.

La política del “progresismo” se basa en la polarización y en la ausencia de alternativas entre “nosotros y ellos”, siendo el “nosotros” el “pueblo” y sus “dirigentes”, preferentemente encuadrados en organizaciones sociales de masas domesticadas, y el “ellos”, la burguesía, el imperialismo – para ellos sólo el de Estados Unidos. Esta narrativa política de polarización y alianza con los nuevos protoimperialismos viene alimentando fuertemente a la extrema derecha, que aprovecha los límites, errores y problemas del “reformismo débil” (para usar el concepto que emplea André Singer para caracterizar la política del PT) para crecer en todo el continente.

Con el proceso de “defenestración interna” de Evo y García Linera, impulsado por el MAS tras el golpe de Estado de 2019 (expresado en la plancha Arce-Choquehuanca que ganó las recientes elecciones), se ha hecho evidente que los límites de la orientación progresista han sido cuestionados por los movimientos indígenas desde dentro y desde la base. Quienes siguen a Bolivia saben que Luis Arce y Davi Choquehuanca necesitaron reunificar las fuerzas sociales del MAS para derrotar el golpe de 2019, pero el futuro de su relación con Evo Morales se está definiendo en las organizaciones sociales de la Bolivia profunda.

Todo este sector teme que Yaku Pérez y el Pachakutiki  – con sus problemas y límites – configure el tronco que pueda hacer romper el dique conciliador “progresista”. La calumnia en las redes sociales por parte de este sector de la izquierda se ha convertido en la norma. El youtuber comunista brasilero Jones Manoel (de la juventud de PCB), modernizando el viejo método de “amalgama” de los debates estalinistas de los años 50 (antiguo nombre de las “fake news”), dice en Twitter: “Acabo de detenerme a investigar sobre Yaku Pérez. Vaya, qué maldita combinación es este tipo. Es una mezcla de Ernesto Araujo, Vera Magalhaes y Eduardo Jorge”. ¡Qué nivel tan bajo quieren imponer en el debate! Tras un vistazo a uno o dos sitios web “progresistas” calumniosos, sin la menor voluntad política de entender la complejidad del movimiento indígena, de la América afroindígena, ni la historia y las contradicciones populares del Ecuador con el correísmo, la política del youtuber es de descalificación, basada en la mentira. Los activistas y militantes de la izquierda que quieran seguir un debate serio desde la izquierda indigenista y ecologista ver: https://oplas.org/sitio/noticias/

Elección de vías estratégicas

Las diferentes posiciones y sensibilidades sobre la relación del proyecto ecosocialista y la lucha indígena con el proyecto de los “progresismos” se expresan en el análisis de las elecciones ecuatorianas. Cómo se expresa esta tensión en el debate de todas las coyunturas nacionales y las diferentes relaciones que sectores de la izquierda tienen con los partidos y gobiernos “progresistas”, desde el PSUV en Venezuela hasta el Justicialismo en Argentina, pasando por la enorme constelación de izquierda en Chile. Hay que separar lo que es información de lo que es material de propaganda, fakenews y amalgamas, a veces más exaltadas y despectivas, de una u otra posición.

Tener tres candidatos de izquierda entre los cuatro primeros (el cuarto, con bastante más del 10%, es algo así como un socialdemócrata) en las elecciones ecuatorianas es algo que deben envidiar los brasileños. Muestra una sociedad mucho más movilizada y organizada que la nuestra, donde el movimiento indígena se ha ido posicionando socialmente en las últimas décadas como la columna vertebral de una parte sustancial de la izquierda, la que puede superar los males de la vieja izquierda y recorrer un nuevo camino. Esto debería ser para nosotros un motivo de alegría y no de desesperación, un estímulo para profundizar en el debate ecosocialista y en nuestro proyecto de sociedad.

Los temas del clima y del medio ambiente, de la reproducción social, de la democracia real y del internacionalismo ya venían reorganizando las direcciones de las luchas populares, pero hoy se han convertido en centrales e ineludibles en todo el mundo. Son las grandes señales de advertencia de la bifurcación que nos espera. No ver estas señales de advertencia y no seguir estas orientaciones puede llevarnos al precipicio.

Ninguna corriente política llega lejos sin definiciones estratégicas: toda la izquierda seria del continente tiene que saber si trabajar para superar el progresismo o reconstruirse bajo su marco. Al final, Ecuador ha colocado esta disyuntiva con toda su fuerza.


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